Puedo asumir que los versos llegaran a mi vida aunque no la viva,
porque del desconsuelo también surge un poema.
Ráfagas de infinito que se forman en los vientos amontonados del recuerdo
chocan contra ilusiones que reviven cada día de su muerte efímera.
Puedo asumir, claramente, que hay mentiras inciertas
y pedazos sueltos de lo que un día se dijo y pasó desapercibido.
El cielo está triste pero el viento está feliz.
Y no miento!